El estómago de la rata consta de dos partes:
Panza (forestomach): de paredes delgadas, de sección no glandular, que recibe el esófago y sirve como cámara de retención de los alimentos. Sus paredes son similares a las del esófago.
Corpus: de paredes gruesas, de sección glandular. Sus paredes contienen glándulas y moco. La digestión comienza aquí. El píloro controla el movimiento de los alimentos a partir del corpus a los intestinos.
La panza (forestomach) y el corpus están separados por un pliegue de tejido llamado margo plicatus. Esta cresta limitante se extiende de forma circunferencial de la gran curvatura a la pequeña curvatura del estómago, justo por debajo del esófago. En el esófago, la cresta limitante adopta una forma de U, casi rodeando la apertura esofágica.
El esófago de la rata tiene dos capas de músculo estriado, que se vuelven suave cerca del punto de unión con el estómago. El esófago está cerrado al estómago por la barrera gastroesofágica, que consiste en el “crural sling”, el esfínter esofágico y varios centímetros de esófago intraabdominal que hay entre ellos.
El “crural sling” es parte del diafragma. Es un paquete de fibras en forma de U que envuelve el esófago y está sujeto a las vértebras. Cuando se contrae aprieta y cierra el esófago.
El esfínter esofágico es un músculo circular que rodea la base del esófago. En su borde inferior contiene fibras musculares que se unen a la cresta limitante. Así, cuando se contrae el esfínter, no sólo se constriñen las paredes del esófago, sino que también empuja los lados de la cresta limitante, por lo que la apertura del esófago se cierra herméticamente.
Las ratas tienen una barrera bastroesofágica potente y eficaz, como acabamos de ver, que hace que el reflujo sea casi imposible en condiciones normales. Con el fin de vomitar, la rata debería superar esta barrera. Las pruebas sugieren que las ratas no pueden hacer esto porque:
No pueden abrir el “crural sling” en el momento adecuado: el diafragma tiene dos músculos, el crural y el dorsal. El esófago pasa a través del hiato esofágico, de modo que cuando se contrae el diafragma el esófago se cierra. Durante la fase de expulsión de los vómitos en los humanos, la actividad de estos dos músculos diverge. La sección dorsal se contrae, ejerciendo presión sobre el estómago, mientras que la región crural se relaja, permitiendo el paso del contenido del estómago al esófago. En las ratas, esto no ocurre así. Los dos músculos se contraen o se relajan a la vez, siendo incapaces de controlar de forma selectiva los músculos del diafragma.
No pueden abrir su esfínter esofágico: en los humanos, el esfínter esofágico se abre gracias a la acción del músculo longitudinal del esófago. Las ratas sólo tienen un pequeño y débil músculo longitudinal no estriado donde se une al estómago. Es demasiado débil para abrir el esfínter y permitir la salida del contenido del estómago.
Carecen de las conexiones necesarias para coordinar los músculos implicados en el vómito: las especies de animales que vomitan tienen un “centro del vómito” en el tronco cerebral, que consiste en varios núcleos interconectados que coordinan todos los músculos involucrados en el vómito. Los animales que no vomitan, tienen los núcleos cerebrales y el sistema muscular utilizado para vomitar, pero carecen de las conexiones necesarias que se requieren para su coordinación.
Ya que las ratas son incapaces de vomitar han desarrollado un rechazo a toda la comida nueva. Pero esta evitación no es infalible y por ello han desarrollado una alternativa a los vómitos: la “pica” o lo que es lo mismo, el consumo de sustancias no nutritivas. Cuando una rata siente nauseas, come arcilla o madera, ya que estas sustancias puede ayudar a diluir el efecto de la toxina que le produce las nauseas.
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