La calma y el silencio de la noche abre paso al ruido diurno de autos, camiones e industrias, sin embargo, hay un sonido que ha desaparecido en este viaje de la noche hacia el día. El canto de los pájaros, que en algún momento escuchábamos en nuestros jardines durante las primeras horas del día, desaparece debajo de los decibelios urbanos.
Los pájaros de la ciudad han tenido que adaptar sus cantos a la contaminación acústica. Algunas de las especies no son capaces de hacerse escuchar encima del ruido creciente, por lo que éstas comienzan a cambiar el modo de comunicarse.
Algunos científicos, que han estudiado cómo la contaminación acústica afecta la vida de los pájaros urbanos, postulan que esto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, ya que el ruido de fondo puede enmascarar tanto los sonidos de los depredadores como las llamadas entre ellos que advierten de los peligros, dejándolos indefensos.
Los científicos saben desde hace mucho tiempo que las aves utilizan el canto como modo de despliegue exagerado para ahuyentar a machos rivales o para llamar la atención de las hembras. El canto se considera un indicador de las cualidades de cada macho y el ruido puede privar que las aves tengan éxito en la búsqueda de parejas, ya que sus cantos son ahogados por la contaminación acústica.
Los investigadores han descubierto que ciertos pájaros como pinzones, mirlos, y gorriones han aprendido a adaptarse. Por ejemplo, los gorriones de la ciudad cantan en tonos superiores que los de bosque, adaptando sus cantos, para emitirlos en otras frecuencias a las habituales, para que los diferentes ruidos no los ahoguen.
Para algunos, estos datos sobre la capacidad de adaptación que tienen algunos seres vivos al ruido, facilitará la prevención de los cambios de comportamiento de las especies a través del manejo del ruido ambiental.
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